El sabor de las margaritas: De lo mejor que nos dio España en los últimos años

Ficha Técnica
Título original: O sabor das margaridas (TV Series)
Año: 2018
Duración: 70 min.
País: España
Dirección: Ghaleb Jaber Martínez (Creator), Eligio Montero (Creator), Raquel Arias (Creator), Miguel Conde
Reparto: Nerea Barros, Toni Salgado, María Mera, Ricardo de Barreiro, Lucia Álvarez, Denis Gómez, Yelena Molina, Sara Sanz, Xoel Fernández, Paloma Saavedra, Covadonga Berdiñas
Productora: Emitida por Netflix España; CRTVG / CTV
Por Andrea Castillo y Fer Bismach
En los últimos años, “Netflix Latinoamérica” ha realizado una notable apuesta por las series del género suspenso-noir. Gracias a esto, hemos podido disfrutar de producciones muy interesantes como: “Marcella”, “Sorjonen”, “El Bosque”, “Le Mantis”, de países como Inglaterra, Finlandia y Francia. Sin embargo, todavía quedaba una deuda respecto a España, plagada de series de acción y drama (La Casa de Papel, Las Chicas del Cable, Elite), pero todavía sin encontrar esa serie de thriller que nos volará la cabeza. Por suerte y para sorpresa de todos llegó “El Sabor de las Margaritas”.
Esta serie proveniente de Galicia, nos cuenta la historia de Murais, un pequeño pueblito que sufre la extraña desaparición de Marta Labrada, y que oculta una red de secretos bastante turbia que se irá develando con el correr de los episodios.
Como todo producto del género, se nos presenta una detective, Rosa Vargas, interpretada por María Mera, que es enviada por la guardia civil desde Galicia al pueblito, con el objetivo de resolver rápidamente el caso, para evitar que llegue a la prensa debido a que se aproxima la llega del Papa Bendicto XVI.
Una vez llegada la teniente Vargas, lo que parecía una desaparición aislada va a terminar transformándose en un caso enorme de prostitución y feminicidios relacionados con el burdel de Murais, en el que todos los habitantes de pueblo parecen ser sospechosos. Es por esto que la serie gallega, logra diferenciarse de las demás y se anima a tocar temas “tabú” como muy pocas lo han conseguido.
“El Sabor de las Margaritas” destila aroma independiente por todos lados, con un presupuesto mucho menor a otros thrillers de Netflix, pero con una historia 10 veces mejor narrada que sus competidoras. El guion tiene muy pocas fisuras y está plagado de giros para nada predecibles, con un episodio final que no solo entretiene, sino que también te deja un mensaje que trasciende y en ningún momento parece tirado de los pelos.
Otro de los puntos fuertes, es la maravillosa actuación de María Mera, que nos presenta un personaje interesantísimo. Rosa no es una policía sociable con las personas del lugar, desconfía de todos y por momentos parece estar muy ansiosa para desentrañar a los culpables, llegando a poner en riesgo su vida para alcanzar a la verdad. Su forma de proceder, genera mucha empatía en el espectador, nos hace pensar: ¿Cómo actuaríamos nosotros ante tanta impunidad por parte de los proxenetas?
En cuanto a lo que se refiere a la música, encontramos quizás una de las pocas falencias de la serie. No es que sea mala, prácticamente es nula y no influye, solamente está presente para dar continuidad. Respecto a la fotografía, podemos decir que tampoco sobresale, pero cumple.
En conclusión y para no extendernos demasiado, “El sabor de las Margaritas” es una grata sorpresa, al sentarme a verla no esperaba algo increíble, pero me atrajo al punto de ver los 6 episodios que tiene en un mismo día. Entretiene, en ningún momento aburre y aunque tiene varias subtramas paralelas que no cierran del todo, esperemos que en la 2da temporada nos den las respuestas que quedaron inconclusas. Sumado a esto, invita a la reflexión y a volver a verla varias veces, con el objetivo de captar el mensaje que quiere transmitir y su fuerte crítica a la prostitución y el sistema patriarcal que la ampara.
Mujeres y prostitución (Contiene Spoilers)
La problemática principal que atraviesa esta serie, tiene que ver con la prostitución, específicamente de mujeres que se encuentran sometidas sexualmente, dentro de un pueblo y como dice el dicho “pueblo chico, infierno grande”, todos conocen que eso sucede pero nadie hace nada al respecto (incluyendo al Estado, a la policía y a los ciudadanos).
A lo largo de la serie, vamos viendo cómo “los poderosos” mueven sus hilos, influyen en sus dominados para que el mundo perverso de la prostitución, apoyados en el sistema patriarcal, no cambie. Los proxenetas son esas terceridades que intervienen vendiendo o alquilando cuerpos ajenos para el beneficio propio.
La prostitución sigue siendo un tema tabú, sigue invisibilizado, porque es más cómodo y menos peligroso no cuestionar el sistema en el que estamos insertos, ese sistema que toma los cuerpos de las mujeres como su mercancía, como su propiedad y ellas no pueden hacer más que cederlo en un intercambio de goce por dinero.
Por otro lado, los hombres “clientes”, aquellos que pagan y perpetran esta práctica, los que obtienen satisfacción, pero sin pérdida, se adueñan de pedazos del cuerpo de una mujer. El cuerpo de las mujeres tiene un valor monetario, es una transacción a nivel de “tu cuerpo por mi dinero”. Dan su cuerpo para que ellos puedan depositar su goce. Tomando los aportes del psicoanalista Juan Carlos Volnovich, el estudio de las estructuras psíquicas de estos clientes podría llevarnos a la comprensión de porqué la mercantilización de los cuerpos aún persiste, pero esto quedará abierto para una próxima nota, ya que en la presente haremos foco en estas mujeres.
Así, la prostitución viene a revelar una verdad de la sexualidad, tiene que ver con tomar a la mujer como objeto de goce del otro, se ejerce violencia hacia ese cuerpo, porque estos encuentros no están mediados por el amor, ni por las normas culturales que giran en torno a la sexualidad, como podemos ver en los casos de muertes de mujeres en las fiestas que se realizan en el pueblo, se ejerce tanta violencia corporal que las conduce a la muerte o mejor dicho, son asesinadas y no satisfechos con eso, las borran del mapa. Claro, si no eran mujeres, eran sólo prostitutas, ¿quién o quiénes se preguntarían por ellas?, en cuanto a esto, Salas y Gallo (2001) expresan que “a una prostituta se la define como la otra mujer, la de la calle, la de mala vida: ¿Por qué moralmente la suya es una vida a-nómala, a-moral, a-típica, sin vergüenza, suelta de orden?” (p.27).
En relación a que la sexualidad se encuentra por fuera de la moral cultural, que a su vez la sostiene ahí, se puede decir que es una contra propuesta para la pulsión sexual, porque en esta instancia exige su satisfacción y al no estar mediada, es directa, es perversa polimorfa. Siguiendo lo expuesto por los autores antes mencionados, se puede agregar que:
En la prostitución, la sexualidad une el goce con la naturaleza perversa sexual. Naturaleza que le viene dada por la contingencia y multiplicidad de objetos con los cuales la pulsión puede buscar su satisfacción y por las parciales, variadas y paradójicas formas de obtener la meta de la satisfacción con ese objeto de la pulsión”. (Salas y Gallo, 2001, p. 28).
En la serie, podemos observar el entramado de esta práctica, las mujeres en los burdeles, en las calles siendo discriminadas y vulneradas, donde las personas no respetan sus derechos porque no las creen merecedoras. Y estos mismos hombres son también los que siguen vulnerándolas ya que son los que pagan por ellas.
“El sabor de las margaritas” pone en cuestión cómo todos, de una u otra forma, estamos involucrados y sostenemos este sistema que vulnera, viola y asesina mujeres. Porque hacemos la vista gorda, porque no cuestionamos que adolescentes o niños sean llevados a que “debuten” por sus padres, entrenadores, conocidos, porque seguimos sosteniendo que “la concha es sagrada” (recorte de un video del psicoanalista Ernesto Pérez). Hacen falta más personas como la detective Rosa Vargas, el personaje que aun sabiendo lo pesado que es esto, intervino. Sin embargo, quedan numerosos casos, millones de mujeres alrededor del mundo padeciendo este sistema, siendo dirigidas a un destino mortífero.
Un recorte de unos de los episodios refiere a esto: “Todos tenemos alguna parte de culpa. Los que organizan esas fiestas, los que van a ese club, vecinos, compañeros de trabajo, gente con la que te cruzas cada día”, “Lo único que importa es que nadie se da cuenta de que faltan, a nadie le preocupa lo que les pase a esas chicas, es un negocio que mueve mucha pasta (dinero)”, “Y no desaparecerá mientras haya clientes y gente sin escrúpulos dispuesta a darles lo que buscan. Yo sólo era uno de ellos. A esas chicas no las maté yo, pero eso no me hace menos culpable.”
Para terminar, un aspecto importante a resaltar, tiene que ver con el psicoanálisis y la subjetividad de estas mujeres. Dentro de la clínica, sus palabras no serán escuchadas desde su oficio (no porque su contexto no influya en su subjetividad) sino que serán escuchadan desde su condición de mujer.