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Parasite: Analizamos la

película ganadora del Óscar

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Ficha Técnica

Título original: Gisaengchung
Año: 2019
Duración: 132 min.
País: Corea del Sur
Dirección: Bong Joon-ho
Guion: Bong Joon-ho, Jin Won Han
Música: Jaeil Jung
Fotografía: Kyung-Pyo Hong
Reparto: Song Kang-ho, Lee Seon-gyun, Jang Hye-jin, Cho Yeo-jeong, Choi Woo-sik, Park So-dam, Park Seo-joon, Lee Jeong-eun, Park Keun-rok, Hyun Seung-Min, Andreas Fronk, Park Myeong-hoon, Jung Hyun-jun, Ji-hye Lee  
Productora: Barunson / CJ Entertainment / TMS Comics / Tokyo Movie Shinsha (TMS) / CJ E&M Film Financing & Investment Entertainment & Comics

Por Nicolás Salas y Andrea Castillo

 

El cine asiático ha experimentado un boom de este lado del planeta. Varias son las razones que explican este fenómeno, pero una de las principales es que su industria respalda las historias autorales y respetan las libertades creativas de sus hacedores, al punto tal que nos invaden con cintas arriesgadas y de presupuesto mediano, a diferencia del cine occidental en el que cada vez son menos las productoras que arriesgan con material original y se inclinan a lo seguro, chabacano y artificial. Hoy nos toca hablar de una película que rompió la barrera cultural y que pudo hacerse acreedora de diversos premios, desde la Palma de Oro en el Festival de Cannes hasta el reconocimiento en los Premios Oscar.

 

Después de haber abordado, en su filmografía anterior, la contaminación del río Han, el cambio climático y la industria de los alimentos, Bong Joon-Ho ahora se centra en las plagas sociales, que han colaborado con la reducción de la clase media. Es que si hay algo que tiene el bueno de Bong, es su visión del mundo; sus historias al servicio de una denuncia en dónde el medio ambiente, los animales y los estratos más bajos de la sociedad parecen los eslabones más débiles de un mundo que se los va comiendo de a poco.

 

Gracias a los estudios científicos, sabemos que un parasito necesita de un huésped o anfitrión para poder obtener algún tipo de beneficio y, en la mayoría de los casos, el hospedador sufre algún tipo de perjuicio. Para hablar de Parasite voy a empezar por su principal virtud: la mezcla de géneros. Al inicio todos los elementos están colocados como para que se desarrolle una comedia, de hecho lo logra a la perfección a medida que vemos como los miembros de una familia marginal logran ingresar a trabajar (mediante engaños) a una casa de familia acomodada. En mitad del film, rompe las estructuras y todo se vuelve oscuro desbordando suspenso y dosis de terror.

 

Hay una tensión creciente que se desarrolla entre ambas familias y sus diferencias socioeconómicas. Cuanto más interactúan los Park (la familia rica) y los Kim (la familia marginal), más presentimos que algo terrible se avecina. Bong Joon Ho (junto con el director de fotografía Kyung-pyo Hong) establece un estilo visual pesado que enfatiza la metáfora. En una de las mejores secuencias, los Kim se abren camino desde la propiedad de los Park, bajando colinas, caminos y escaleras hasta el sótano donde viven, destacando la separación visual entre la clase "superior" y la clase "inferior". Y aún en otro momento crucial, la Sra. Park menciona cómo una la lluvia "lavó" la suciedad y la mugre, ignorando que esta tormenta representa un peligro para los que viven en el fondo de la ciudad. 

 

La cinta en sí es un acto de equilibrio basado en la desesperación financiera, y Bong Joon Ho muestra con precisión cuán inestable es ese equilibrio. Todo en la imagen está tan lleno de grises que podemos percibir que la separación de un estrato de otro son las oportunidades. Esto es clave, ya que la familia Kim posee entre sus miembros muchísimo potencial y talento, que se ve desperdiciado por falta de oportunidades, mientras que en la familia Park, sus hijos carecen de talento. De hecho, la hija del matrimonio no domina el inglés y su hermano, de espíritu salvaje, no posee ni una pizca de dotes artísticas. Es la meritocracia una de los tópicos más importantes de la cinta.

 

El diseño de producción y la dirección de arte le da a la casa un ambiente hermoso pero frío. No parece que se haya vivido en él, como si el mobiliario hubiera salido de una revista. Mirándolo, nunca adivinarías qué tipo de personas vivían allí. Esto funciona como una ventaja para la narrativa: una magnífica fachada que oculta secretos más oscuros en su interior.

 

La piedra como amuleto es el hilo narrativo de esta historia, ya que su función de McGuffin Hitchocockeano resulta contundente para describir el sector bajo de la sociedad que, pese a sus talentos, recurren a la alabanza de un objeto inerte para endiosarlo y atribuirle todos sus recientes éxitos. Mientras tanto, los ricos creen que un fantasma recorre su hogar y esto lo sentencia en una frase: “Dicen que un fantasma en la casa trae riqueza”. En definitiva, es el dinero el que mueve a las personas y por el que estos personajes justifican sus acciones, o mejor dicho sus planes.

 

¿Quiénes son realmente los parasitos? ¿Son los Kim, manipulando a su empleador para extraerles todo su dinero? ¿O son los Park, alimentándose de las clases bajas para vivir con comodidad y conveniencia?

 

El malestar actual

 

En la época actual, el sistema capitalista, la segregación, la discriminación y la globalización (entre otros) producen nuevas subjetividades, esto lleva a pensar en el actual malestar cultural que nos atraviesa.

 

Para comenzar, la familia Kim vendría a representar el eslabón más bajo de la sociedad, aquellos a los que no les llegan oportunidades, que deben conformarse con trabajos que no les gustan ni les permiten cubrir sus necesidades económicas, provocándoles malestar y displacer. Casi no tienen acceso a “Wifi”, quedando por afuera del sistema, casi como inexistentes en estos tiempos. Usan el wifi sin clave de una vecina, el de un lugar de comidas y vemos cómo van realizando todo tipo de maniobras para formar parte.

 

Así, desde que el hijo de esta familia consigue un trabajo (a base de mentiras) en la casa de una familia adinerada, su actividad se orienta a evitar el dolor y displacer y experimentar sensaciones placenteras, esto es lo que Sigmund Freud denominó principio de placer. Este principio es uno de los dos que rigen en el psiquismo, junto con el principio de realidad, aquel que permite posponer la satisfacción inmediata que haría imposible la vida del sujeto en sociedad.

 

Guiados por el principio de placer, realizan actividades que, en el contexto de una sociedad, donde entran en juego conceptos como la ética, son “incorrectas”, “inmorales”, “indignas”, generando incomodidad en los espectadores pero que los lleva a satisfacerse. De esta forma, fingen ser otras personas, con otros empleos, con una trayectoria y desconociendo su lazo consanguíneo. Se transforman en parásitos, viviendo de otro, aprovechándose, haciendo daño y engañando.

 

En “El malestar en la cultura” (1929/1930), Freud expresa que la cultura tiene que ver con las producciones y las instituciones que nos protegen de la naturaleza y regulan las relaciones entre los seres humanos. Así, decimos que un país tiene un alto nivel cultural, cuando realiza eficazmente la explotación de sus tierras y cuando dispone todo para su utilidad.

 

De esta forma, podríamos pensar que Corea del Sur es un país con un alto nivel cultural y como consecuencia de esto, hay mucho sufrimiento, porque creamos la cultura para protegernos, pero a su vez, la misma es una de las fuentes de mayor sufrimiento en los seres humanos.

 

Porque las instituciones no protegen a todos por igual, porque los bienes no se distribuyen entre todos y cada uno de los integrantes de la sociedad, todo eso queda para algunos pocos. Esto está ilustrado en la cinta, los adinerados viven en lo más alto de las colinas, mientras que el resto, los que tienen poco, viven abajo, incluyendo específicamente a la familia Kim que vive en un subsuelo, dejando en claro la brecha socio-económica.

 

Además, la cultura demanda otras exigencias, entre ellas la belleza, el orden y la limpieza, esta última juega un papel importante en la película. Pareciera que para la familia Park, los pobres tienen un olor característico. Y constantemente lo resaltan en el padre de la familia Kim, quien sufre con estos comentarios hostiles y es lo que, entre otras cosas, lo llevan a realizar actos no mediados por las normas culturales, a saber, cometer un delito.

 

Por otro lado, la familia Park goza de todos los privilegios que una sociedad puede brindar y aun teniendo oportunidades, ni siquiera se esfuerzan por hacer algo por sí mismos. Necesitan vivir de otros, la madre necesita de una “ama de llaves”, el padre de un chofer, el hijo pequeño de una terapeuta y la hija mayor de un profesor de inglés, siendo parásitos de alta sociedad. Solucionando todo con plata, mostrándose indiferentes a lo que sucede a su alrededor, como cuando “La Señora” se muestra contenta por la gran lluvia, desconociendo que muchas personas han perdido todo.

 

Otro momento que marca la diferencia entre clases, tiene que ver con los planes, los proyectos a futuro, la familia Kim no planifica porque, desde su mirada pesimista, nada se cumple, es lo que han vivido toda su vida.  Es una forma de no responsabilizarse, de dejar que las cosas “fluyan”. Lo que pareciera que cambia al final de la película, porque el hijo mayor de los Kim, idea un plan para re-encontrarse con su padre.

 

Ambas familias se muestran ante los otros como serviciales (los Kim) y buenos e inocentes (los Park), sin embargo, esto es la cara visible o lo que podríamos denominar “lo aceptado socialmente” porque lo que hay por debajo de esto es agresividad. Respecto a esto, Freud dice:

 

El prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo. (1930, p. 108)

 

Estas tendencias agresivas, que dificultan nuestra relación con los semejantes, encuentran un límite en lo que impone la sociedad, pero el esfuerzo es continuo y no siempre es eficaz, como lo vemos en la película y en nuestro contexto, a diario. La agresividad es introyectada, está puesta en el propio yo, y genera sentimientos de culpabilidad.

 

Freud sostiene que estas tendencias son innatas de los seres humanos, vemos que el señor Kim, actúa con agresividad, ahí se satisface, pero en el instante posterior, se da cuenta de que lo que cometió es un delito y tal como decía su esposa, huyó a esconderse como una “cucaracha”, pues se castiga de esta forma.

 

Lacan, en sus tesis sobre la agresividad (1948) expresa que la “la agresividad intencional roe, mina, disgrega, castra; conduce a la muerte” (p.2) en relación a esto, vemos como el señor Park, con sus palabras, aniquila al señor Kim, lo reduce a un objeto de utilidad para él, generándole angustia.

 

Para concluir, podemos decir que esta película viene a representar las fallas en la eficacia de la cultura. La misma que está conformada por división social, por exclusión, por injusta repartición de riquezas, creada para regular nuestro comportamiento y para protegernos pero que a su vez nos genera gran displacer y sufrimiento. Y también representa y manifiesta esas tendencias agresivas que están presentes en cada uno de nosotros.

 

Es preciso atender a estas subjetividades y a este sufrimiento, que no es casual sino que justamente, una de sus causas tiene que ver con la cultura actual.

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